El Árbol de la Vida: símbolo de la fuerza interior
He dedicado varios artículos a este símbolo de la vida, porque me parece muy inspirador.
Nos han hablado del Árbol de la Vida, del árbol de la Cábala, del árbol maestro de Buda, del árbol en el centro del mundo de los celtas, etc. En realidad, estas historias deberían llenarnos, despertarnos. Nos muestran que seres que no se conocían empezaron a tener los mismos objetos de culto, las mismas meditaciones, las mismas reflexiones, las mismas concentraciones.
Mira el árbol y ve lo estable que es su tronco, lo poderoso que es, lo estable que es, y todas sus ramas son delgadas, suaves.
En todo el mundo, dondequiera que estuvieran, en todos los pueblos, nuestros antepasados veneraban y adoraban los árboles porque se asombraban. Se maravillaban con los árboles y cuando rezaban, era siempre con los árboles en medio, porque entendían que esos seres llevaban un mensaje, una escritura, que eran una fuerza.
Invocaron las fuerzas de la sabiduría que había en ellos y que los guiaban. De hecho, nuestros antepasados los celtas decían que el árbol era real, que el árbol era grande, que era noble.
Las plantas y los árboles nos muestran valores fundamentales: la rectitud, la dignidad, el honor, el respeto, el ser correcto, el ser justo, el ser verdadero,
Los árboles son estables en lo concreto y acogen las más altas energías en lo sutil. Si sois árboles, y si tenéis un tesoro en vuestras manos, entonces echad raíces, sed claros, centrados e inamovibles en vuestros objetivos y poned todo en marcha para realizarlos, para hacerlos aparecer.